lunes, 23 de mayo de 2016

OLGA CASTILLO PALACIOS: UNA CERAMISTA EN LOZOYA DEL VALLE (MADRID)







Lozoya del Valle me recibió con un reluciente arco iris el 14 de Mayo de 2016 y me despidió hermosa y llanamente con una promesa de retorno al armonioso origen del que provenimos todas y todos.
En ese fin de semana largo, con el aniversario del Movimiento 15M en mente, decidí acercarme a conocer a Olga Castillo Palacios, una ceramista muy original e inusitada.

Aunque una palabra no pueda por sí sola definir a una persona y describir lo que hace en el mundo, denominar a Olga como “ceramista” es hacer una aproximación parcial pero muy fiel a lo que ocupa gran parte de su tiempo, su mente y su alma creativa. 

En la creatividad de una “arte-sana” y acuarelista como ella influye sobremanera el entorno que la rodea, sus convicciones y creencias, su panteísmo no declarado pero manifiesto y patente en toda su obra artística: en sus acuarelas, en sus imanes, sus colgantes, sus llaveros, incluso en sus platos y cuencos.

Hay algo de alquímico y mágico en las formas que ella crea a través de los materiales que utiliza, gres sobre todo.

Admiro sus zurdas habilidades para modelar la materia y recrear su mundo interior con imágenes llenas de belleza y simbolismo. Con su aparente sencillez, su ternura silenciosa, moldea Olga un universo personal y cotidiano, influido por poderosas fuerzas telúricas y por la gran Diosa Naturaleza de la que, respetuosa, forma parte.

Nada más entrar en su taller, quedé boquiabierta y el asombro estético no se me ha pasado aún. 

No bromeo. Casi siempre escribo en serio.

Figuras primigenias, diosas de la fertilidad, gnomos, flores con algún colibrí, hongos, símbolos beguinos, mujeres danzando o abrazando un árbol, arquetipos femeninos liberados y haciendo trascender sus consignas.

Según sus propias palabras, escritas en su blog 


El Otoño es la estación de la recogida. Época de recoger los frutos sembrados en las estaciones anteriores y época de recogimiento interior. Así siento yo ahora mi vida. Es el momento de cosechar lo sembrado en todos estos años. De llevar a la práctica todo lo aprendido.

El Otoño es la estación más generosa. Los avellanos, los nogales, los frutales... dejan caer al suelo sus frutos para quien quiera recogerlos. Caminar por el bosque es un regalo. 

Los días se van acortando y la certeza del frío que vendrá nos hace disfrutar mucho más de los días cálidos y soleados".

“Los momentos de creación se convierten en momentos de felicidad y desapego. Crear y soltar lo creado para dejar espacio a lo nuevo. Vaciar los armarios del pasado para vivir renovados cada día. Porque cada día llega cargado de bendiciones y sorpresas cuando somos capaces de soltar. Y cuando confiamos en que siempre nos llega lo mejor para nuestro aprendizaje en esta vida. Dejar de luchar y entregarse a lo que es. No hay mayor maravilla.

Observar el mundo como los recién nacidos, sin juicios. Y dar las gracias por todo lo que llega a nuestras vidas, porque afortunadamente TODO ESTÁ BIEN.”

Animaos a viajar a Lozoya del Valle para comprobar, in situ, otros universos posibles muy cerca de la inmensa urbe de Madrid.

Podréis adquirir algunas de esas piezas únicas, verdaderas obras de arte de esta artista de creatividad profusa, tanto en su taller como en el Horno de Lozoya, donde el pan nuestro de cada día se hace como antaño, con mimo, consciencia y tacto.

Feliz viaje existencial.