PUEDO
escribir los versos más vivos
esta mañana,
conseguir que Neruda me sonría
complacido,
lograr que se cobije
la Esperanza en nuestras filas,
planear nuevas citas
a la Alegría adheridas.
PUEDO
escribir los poemas más alegres,
esta tarde,
al recobrar con una llamada
la voz que creía perdida,
al entender que tu mirada abriga
y acoge mi llegada,
al aceptar, incluso risueña,
tu partida anunciada.
PUEDO Y DEBO
escribir las poesías más solaces
esta noche,
perpetrando buenos sustos
para paliar mis malos miedos,
urdiendo caricias
y mundos más justos,
sembrando “te quieros”
y segando con un paréntesis
de sonrisas los disgustos.
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