La calculadora coronó
mi mesilla de noche
demasiado tiempo.
El reinado despótico
de Contaplús
relegó mis musas
y cambió mis letras
por asientos contables,
cuentas y balances,
efectos comerciales
a cobrar
sin sensaciones apreciables
para recordar.
Los libros de Contabilidad
y los supuestos prácticos
fagocitaron el deleite de la lectura
y la catarsis de escribir…
Para ganarme la vida
debo dedicar mi tiempo
a teclear datos sin parar,
dejándome la vista,
sintiendo que mi independencia
se la debo a mi trabajo
pero a costa de perder relaciones
y mermar mi estro poético,
mis ocurrencias líricas,
mis conjeturas literarias.
La declaración del I.V.A.
sustituyó a cualquier
declaración de amor.
Desaprender el viejo
y aprender el Nuevo
Plan General Contable
fue un serio óbice
para no planear nada
que no tuviera que ver
con el Debe y el Haber...
Y entre la temporalidad del empleo,
las sucesivas mudanzas,
la futilidad de amores y amistades,
la tristeza por tus idas y venidas,
la certeza de ser sustituible,
reemplazable, innecesaria,
mortalmente irónica,
cotidianamente paria,
me desquician los biorritmos,
me revuelven las hormonas
me enervan e indignan
y desesperanzan
de mi historia.
Aviso a navegantes: Este poema está registrado y pertenece al poemario "Peldaños" editado por LápizCero ediciones. Si quieres difundirlo o mencionarlo, puedes hacerlo citando a su autora, Celia Estévez Lozano. Gracias.
Y si quieres adquirir un ejemplar, no tienes más que comentármelo aquí, acercarte a la Librería Méndez de la calle Hacienda de Pavones, 8 de Madrid, enviarme un mensaje a mi perfil de Facebook o telefonear a los teléfonos que la editorial detalla en la web.
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