Este cuento ecologista lo escribí una mañana para un niño que no conozco.
Pero esa es otra historia.
Espero que la semilla de esta cuentista germine en los corazones de la gente de la Tierra.
El leñador era consciente
de su realidad: su trabajo era importante, pero aún lo era más la madera de los
árboles que llevaba cortando desde una edad muy temprana.
El leñador era huérfano y
había tenido que comenzar a trabajar desde muy joven.
Con el paso de los años,
había empezado a admirar a los árboles a los que sesgaba la vida por dinero,
había comenzado a entender que cualquier ser vivo sobre el planeta Tierra era
importante. Empezó a pensar que si los bosques desaparecían, no sólo ya no
tendría trabajo sino que la
Tierra también tendría dificultades para conservar el oxígeno
que producen las masas forestales.
Su conciencia ecológica
aumentaba según pasaban los años.
Comenzó a hablar con sus
compañeros sobre este tema. El capataz que organizaba los turnos de trabajo se
unió al debate. Un día incluso el propietario de la industria maderera escuchó
una de las charlas que estaban entablando sus leñadores.
Esa noche, en su casa de
madera, el jefe de esa industria amenazada por la deforestación, junto a su
mujer y su hija, parecía preocupado.
- Papá, ¿qué te pasa?- le
preguntó su hija.
- Creo que me he confundido
de profesión, hija. Tenía que haberme dedicado a plantar árboles y preservar
los bosques y lo que hago es esquilmarlos.
- Hmmm…¿ y por qué no lo
haces?
- No puedo hija.
- Por cada árbol que cortes
podrías plantar dos o tres de la misma especie. De esa forma, siempre habría
árboles en el mundo.
- Eureka… eso es.
Al día siguiente, el jefe
de la industria maderera convocó al capataz y a sus leñadores y les comunicó la
propuesta de su hija para preservar el bosque y los árboles gracias a cuya
madera habían podido vivir tantos años.
De esa forma, los leñadores
ya no sufrían cada vez que tenían que cortar uno de los majestuosos árboles que
tanto admiraban, porque por cada árbol que cortaban plantaban tres de la misma
especie. Esta conciencia ecologista se fue expandiendo por todo el valle, entre
las gentes que vivían en las montañas y por los alrededores de los pueblos de la
comarca y todas las vecinas y vecinos comenzaron a hacer lo mismo.
Quizá si esa conciencia
ecológica se sigue expandiendo, la Tierra continuará siendo el paraíso que
ahora es y puede dejar de ser si no la cuidamos.
Hazte eco. Planta tu árbol.
Cuídalo.
Y verdín verdeado, esta
semilla ya la he plantado. Riégala de vez en cuando.
2 comentarios:
Buen día, Natalia:
Debido a asuntos personales, hasta hoy no he podido contestarte. Gracias por tu información. Voy a echar un vistazo ahora mismo a "Paperblog".
Un cordial saludo.
Themcelvez
Buenas tardes, Natalia:
Voy a proponer a mi blog THEMCELVEZ para poder participar en este proyecto. Gracias.
http://es.paperblog.com
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