jueves, 22 de julio de 2010

PÉRDIDA Y DUELO


En pareja es importante mantenerse lo más unidos/as posible, sin asfixiar ni colgarse de la compañía del otro u otra.
Cuando pierdes a un ser querido o a tu mascota o pierdes tu empleo, tus pertenencias ... crees que el mundo se te hunde y vas a ser incapaz de remontar.

Cuando alguien me dice: “Ya ha pasado mucho tiempo, deberías haberlo superado…” no tiene ni idea de la revolución interior que ha significado tu pérdida.

El dolor por la ausencia no se va del todo nunca. Es como este bolígrafo que estoy usando para hacer estos apuntes, escribe pero está a punto de acabarse. Bueno, tengo otros. Pero éste dejará de escribir en breve por falta de tinta. Claro que el ejemplo es un poco tonto, porque a este bolígrafo no le tengo ninguna querencia, es un objeto, su carcasa no sirve sin su interior reserva de tinta, no se puede recargar, se puede reciclar.

“Ya deberías estar mejor”…No sé si el tiempo lo cura todo o simplemente desdibuja los contornos de los hechos, la faz y la silueta de las personas amadas y al difuminarlos, todo el dolor que hemos sentido llega a ser más soportable, compresible, aceptable y hasta rentable en el sentido más increíble del término:
Si hemos vivido un hecho luctuoso, conflictivo, eso en cierto modo no es que nos inmunice para otros que puedan ocurrirnos, pero nos curte, nos hace aprender a valorar y a disfrutar de la vida, nos obliga a hacer introspección, a enfrentarnos a nuestras inseguridades y miedos e intentar superarlos.
Jorge Bucay dice: “Hay que comparar el dolor con un préstamo. Debemos devolver el préstamo algún día. Cuanto más tardemos en hacerlo, más altos serán los intereses y las multas.”

Sin mala intención, los que te quieren pero no soportan verte sufrir, sugieren soluciones ramplonas o tajantes casi más para solucionar la amenaza a su integridad que representa tu dolor que para paliar o resolver tu situación.

Los/as amigos/as se convierten en extraños/as y los/as extraños/as en amigos/as. Supones que los/as que te conocen van a apoyarte, a consolarte, a animarte y curiosamente descubres que hay ocasiones en que alguien con el que casualmente cruzas una mirada y unas palabras puede brindarte una idea, un recurso psicológico, una artimaña emocional para no sucumbir a la hecatombe de una vida desenamorada, aislada, sin sentido ni finalidad…
Un/a desconocido/a puede llegar a convertirse en tu mejor amigo/a, aunque no le trates con frecuencia, aunque viva a 300 kilómetros de tu hogar, aunque tenga una ideología opuesta a la tuya…
Descubrir otras maneras de pensar, sentir, amar, ser o simplemente estar amplía los rácanos puntos de vista en los que todos y todas nos encasillamos algunas veces por pura inercia y comodidad.

Las pérdidas (personas, mascotas, ideales, propiedades, empleo, dinero, etc.) nos sacuden, nos desaburguesan, incentivan nuevas búsquedas y pueden provocarnos una auténtica conmoción interior porque nos obligan a valorar lo que realmente importa y a no dar tanta importancia a lo impermanente, efímero, perecedero y provisional.

Los duelos nos despiertan de nuestro letargo existencial, superada la fase de dolor extremo, se adquiere serenidad y se incrementa la paciencia ante situaciones críticas que antes nos hacían estallar y perder los estribos.

No te pierdas las ventajas de tus pérdidas. Te confirmará que el desapego te da más libertad para compartir y menos ganas de acumular sólo ganancias, seguridad, fama y prestigio para ti.