martes, 10 de agosto de 2010

MUDANZAS Y PERDURANZAS




















Tengo una nueva mudanza a la vista. Lo de mi supuesto nomadismo es algo impremeditado, afirmo y confirmo.
No es una costumbre que practique cada cierto número de años ni un afán por cambiar de paisaje o de compañer@s de fatigante o estimulante convivencia…
No es que me canse de un sitio y me instale en otro por capricho o antojo…
Las circunstancias mandan, sobre todo las económicas…
No puedo comprarme una casa porque no tengo suficiente dinero. No puedo pedir un préstamo para comprar una vivienda porque mi nómina es algo escasa y el banco es improbable que me conceda un crédito ganando “eso”…
Es algo frecuente. Muchas personas están como yo desde hace muchos años. Me río yo de la actual crisis. He pasado por otras peores. Ahora al menos tengo “tablas” para sobrellevarla, algún dinero ahorrado que me da cierta tranquilidad y cuento con suficiente valentía y coraje para sobreponerme a un estado de indefensión cuando no me queda otra que abandonar la casa que no es mía cuando no hay acuerdo entre la propietaria y yo.

De todos modos, aprovecho la coyuntura de la mudanza para embalar lo que realmente me vale.
Cuando comienzo a seleccionar qué llevarme y qué no, me doy cuenta de la cantidad de papeles, utensilios, ropas, calzado, adornitos, objetos verosímiles y souvenirs inverosímiles que tiendo a guardar… Siempre me prometo a mí misma no hacerlo, pero…
Sobre todo tengo tendencia a guardar papeles de todos los colores y tamaños, escritos, artículos, cuadernos… hasta servilletas con frases, pensamientos o versos improvisados, inspiraciones plasmadas con una letra casi casi ilegible en cualquier superficie a toda prisa un día en cualquier sitio…

Y por supuesto mis libros…no sin mis libros, no voy a ninguna parte sin ellos. Puedo perder una pareja, una mascota, una familia, un hotel, la autoestima, el corazón o la cabeza…pero mis libros no… ¿O sí?

Si os digo la verdad…estoy pensando seriamente en conservar los que realmente me ayuden a vivir…no los que, sinceramente, me dan grima sólo con mirarlos…y no digo cuales son las novelas que se han vuelto incompatibles con mis estantes porque me recuerdan a…

Esos libros en concreto los voy a donar a la biblioteca del barrio y sanseacabó. Esto sí que es practicar el desapego que recomienda el budismo. Me cuesta un horror pero he de hacerlo. Progresivamente, si logro desprenderme de algo que estimo tanto, lograré ser más desprendida con otras “cosas” e incluso con ciertas personas a las que, consciente o inconscientemente me aferro.

Es importante mudarse de vez en cuando (sobre todo de ropa, no de domicilio). Y quien más que mudanzas tiene “perduranzas”, no sabe lo que se pierde. Me lo tomo así para infundirme ánimos ante tamaño acontecimiento estival. Nada de esto estaba previsto…Bendito cambio si es para bien y logro superar la claustrofobia y la energía tan negativa y densa que se respira en esta casa.
En vísperas de mi enésima mudanza solitaria, sigo estando acompañada por mis lecturas asumidas e integradas, sobre todo en esas noches especiales en las que las letras flotan en mi impropio cuarto y se van posando sobre las sábanas acompañando fielmente mis sueños sagrados o profanos…

Es lo único que permanece inalterado y semipermanente…aunque ya se sabe, dos personas que lean el mismo libro pueden interpretarlo de formas muy distintas. En la mesilla de noche ahora mismo tengo “El poder de la intención” del Dr. Wayne W. Dyer.
No es casualidad haberlo encontrado en la biblioteca de Moratalaz casi sin querer.

Confío en que este libro y mi fuerza interior que se incrementa y afianza día a día me ayuden a mejorar como persona y como mujer capaz de gobernar por sí misma su vida…

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Celia,

Me encanta y admiro el positivismo cómo afrontas ésa venidera mudanza... Cualquier mudanza es tediosa y pesado, muy pesada... Pero lo bueno de las mudanzas y parafraseándote es que te fuerzan desprenderte de cosas y objetos que de poco o nada te sirven en la vida, me refiero sobre todo anímicamente...

Fíjate qué casualidad, hace un rato que acabo de llegar a casa de entregar ropa... He ido a los Capuchinos de Sarrià, pero para mi sopresa estaban "cerrados por vacaciones", así o que dono toda esa ropa casi nueva el domingo cuando oficien misa (y estarán abiertos) o tendré que esperar hasta septiembre. En fin, al menos lo he intentado... Lo entregaré, sin duda.

Además, esto me acaba de inspirar a escribir (de aquí un rato) una entrada al respecto.

Te abrazo,

Amber

Anónimo dijo...

ojo.. que las mudanzas parecen ser un vicio también..

Celia dijo...

Hola Amber:
Qué curioso que a ti te dé por hacer limpieza zen y yo tenga que mudarme de casa.

Lo uno lleva a lo otro. Y es cierto que si no vaciamos los armarios de vez en cuando, ya no cabe nada nuevo. Nada más. ¿En tu barrio no hay contenedores para ropa y calzado usados? En Madrid los han puesto en sitios estratégicos y yo hago uso de ellos de vez en cuando. Encantada de servirte de inspiración para tus depuraciones interiores.
Un abrazo,
Celia

Celia dijo...

A Jordim le respondo que de verdad no tengo ni idea a qué se refiere cuando afirma que las mudanzas pueden ser un vicio...

Yo llevo unas cuantas ya, no soy en absoluto viciosa y sinceramente, creo que ni te entiendo como no te expliques ni tú me entiendes a mi.
En todo caso, gracias por pasarte por THEMCELVEZ.
Un saludo,
Celia

Alicia Cabrera dijo...

Querida Celia, me siento identificada con lo que escribes. Una mudanza es tediosa pero si además es por obligación mucho peor. Pero me gusta ver, a pesar de todo, que estás optimista. A veces los cambios son buenos, pero también depende de como los tomemos nosotros. Y en tí será bueno porque lo afrontas con valentía y optimismo. Yo también he hecho varias mudanzas, la última por el divorcio, aunque esa fue una liberación. Pero tienes razón en que cuando te mudas te das cuenta de cuanta has acumulado. Yo de vez en cuando hago limpieza (al menos una vez al año) y despúes de que mi última mudanza básicamente fueron libros ahora estoy expurgando la biblioteca. Pero de momento no puedo ser tan altruista como tu y los llevo a vender a una librería de segunda mano. En cuanto a la ropa, en mi isla aún no han llegado los contenedores de ropa, así que o se la doy a mi madre para que la lleve al hogar de ancianos, o a Cáritas que son los únicos que recogen ropa.Pero estoy como tu amiga, hasta septiembre no vuelven a abrir y tengo las bolsas esperando el momento. Pero todo sirve, si a nosotros no a otros si.
Adelante con tu mudanza, con ese optimismo, ya has estado en otras batallas, esta la ganarás y seguro que estarás mejor o eso es lo que te deseo de corazón. Si no estuviera tan lejos te ayudaba pero ya sabes que hay mucho mar que nos separa. Un besote fuerte.
Ali