El rito matinal se inicia
antes de salir el sol:
abro los ojos y respiro hondo.
Repito mentalmente:
Todo está bien, yo estoy bien,
me merezco estar bien…
Puedo superarme y mejorar…
Agradezco que un nuevo día
comience
con sus luces y sus sombras.
Me incorporo o al menos lo intento,
aunque crujan mis bisagras
y la gravedad y la inercia
me conminen a recostarme
de nuevo.
Primera visita al aseo,
el agua deliciosa,
antes de salir el sol:
abro los ojos y respiro hondo.
Repito mentalmente:
Todo está bien, yo estoy bien,
me merezco estar bien…
Puedo superarme y mejorar…
Agradezco que un nuevo día
comience
con sus luces y sus sombras.
Me incorporo o al menos lo intento,
aunque crujan mis bisagras
y la gravedad y la inercia
me conminen a recostarme
de nuevo.
Primera visita al aseo,
el agua deliciosa,
acariciadora,
me despierta del todo,
el jabón me da la mano,
el espejo me devuelve
un rostro nuevo,
fluyen con alivio y sin decoro
mis necesidades urinarias
y mis funciones intestinales
hasta no sé dónde
por el sufrido inodoro.
me despierta del todo,
el jabón me da la mano,
el espejo me devuelve
un rostro nuevo,
fluyen con alivio y sin decoro
mis necesidades urinarias
y mis funciones intestinales
hasta no sé dónde
por el sufrido inodoro.
Llega el momento del ritual
del primer café
edulcorado con miel,
saboreo el pan tostado,
y algo de fruta.
Mis sentidos se van despejando,
mi cuerpo se alerta,
mi mente atenta
me dicta el siguiente paso.
Dejo que el reloj abrace
mi muñeca y marque
los tiempos de mis tareas.
Sitúo un par de pendientes
en los lóbulos de mis orejas
y ajusto alrededor de mi cuello
aquel collar celta
que me regalaste
y que me impele a continuar
la espiral vital iniciada…
a pesar de los óbices,
con o sin mi aquiescencia.
Mi consciencia avivada
disgrega el dolor,
despeja la grima,
desoye el teléfono,
desconecta la inquina
a la ira pone término
y al miedo lo esquina.
Es época vacacional
y con calma decido
asomarme al sufrido
trajín externo.
Voy preparando
las ropas del día:
hoy toca vestirse escueta
y de azul…
Pulverizo perfumes
estimulantes
sobre mi carne,
fragmento los deberes
cargantes
y sigo adelante
aunque me salpiquen
las bajas energías
que pretenden fagocitarme…
Siempre tengo en mi almaZen
antídotos disipantes
que condensan el sufrimiento
con algún atenuante
que a seguir me incentive
con Alegría y equilibrio,
sin recelo ni temor
a la altura ni al declive,
siendo leal al Amor
y a la fiel Amistad proclive.
El ritual matinal
de este agostador mes
también acabará.
Disfruta lo que todavía HAY.
Valora lo que aún ES.
5 comentarios:
Me gusta tu sitio, felicidades.
Volveré :)
Nusa, bienvenida a THEMCELVEZ.
Siempre tus poemas son aleccionadores, una apuesta por la vida, aún a pesar de su crudeza y de sus sin sabores!!!.🥀🥀🥀
Este poema lo escribí durante mi convalencencia, tras un accidente, un atropello de un coche en un paso de cebra. Aprendí resiliencia, resistencia, valoré lo esencial, el moviniento de cada músculo y adquir8 fortaleza moral. Por eso en esta actual pandemia por el coronavirus, quizás nuestros rituales durante el confinamiento nos hagan reflexionar para poder mejorar el mundo y nuestras formas de vivir en un planeta al que hay que respetar, cuidar y que no necesita tanto nuestra presencia ni nuestro intervencionismo para seguir tan espléndido como siempre fue, sobre todo sin nosotros/as.
He escrito el comentario con el móvil... tiene erratas que no puedo corregir ahora. Disculpa.
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